The right to the (smart) city?: El giro social del paradigma de Smart Cities o Ciudades Inteligentes

17 diciembre, 2018

El pasado mes de noviembre se celebró en Barcelona la octava edición del Smart City World Congress. Año tras año esta conferencia ha ido creciendo a un ritmo sostenido, triplicando en 2018 los visitantes de la primera edición y multiplicando por siete el número de ciudades representadas (tabla 1).

Este congreso, probablemente el evento mundial más importante sobre Smart Cities o Ciudades Inteligentes, se implementó en Barcelona a su vez que el concepto de Smart City aterrizó en la ciudad, especialmente con la llegada de Xavier Trias al Ayuntamiento; y ha continuado bajo el mandato de Ada Colau.

AñoLema de la conferenciaCifras relevantes
2011Smart society for sustainable cities6160 visitantes / 100 ciudades representadas
2012Smart Thinking Solutions7126 visitantes/140 expositores/
2013A better place to live>9000 visitantes /160 compañías /300 ciudades representadas
2014Change the world10838 visitantes /275 expositores /440 ciudades representadas
2015Join the urban innovation14288 visitantes/485 expositores/568 ciudades representadas
2016Cities for Citizens16688 visitantes/591 expositores/600 ciudades representadas
2017Empower Cities. Empower People18754 visitantes/675 expositores/700 ciudades representadas
2018Cities to live in21331 visitantes/844 expositores/ >700 ciudades representadas

Si bien, a priori, el concepto de Smart City o Ciudad inteligente, igual que el de sostenibilidad urbana genera un seguido de connotaciones positivas, no han sido pocas las críticas que se han vertido hacia él. En el artículo “The Smart City and other ICT-led techno-imaginaries: Any room for dialogue with Degrowth?” que recientemente publiqué en la revista Journal of Cleaner Production (octubre 2018) resumía las críticas principales que se le han hecho a la Smart City desde la academia.

Una de las críticas más importantes que se han hecho a la implementación de la Smart City es el fetichismo tecnológico en el que frecuentemente incurre. El uso intensivo de las TIC se asume a-críticamente como un punto de paso obligatorio que automáticamente garantizaría una mejor calidad de vida para la ciudadanía en términos sociales, ambientales y económicos. Por lo tanto, bajo el imaginario de la ciudad inteligente, el cambio tecnológico antecede el cambio social. Las visiones más ortodoxas de Smart City parten de una perspectiva ontológica que enmarca los procesos socio-ambientales urbanos como desafíos técnicos y de ingeniería que pueden resolverse mediante soluciones tecnológicas. Alimentadas por una grandilocuencia despolitizada, estas narrativas sobrestiman la capacidad transformadora de la tecnología al tiempo que eclipsan las dimensiones estructurales (político-económicas) de los problemas socio-ambientales urbanos, como la pobreza o la desigualdad.

Otra crítica, nada desdeñable ha sido la que han hecho varios académicos sobre como algunas estrategias de Smart City pueden estar excesivamente controladas por el sector privado, desvirtuando el rol del planeador público en la planificación y gestión de la ciudad. De manera más específica, estos investigadores se ha preocupado también de las implicaciones que tiene la apropiación privada de los datos que la sensorización de la ciudad produce (big data urbano).

Más allá de las problemáticas tecno-deterministas y político-económicas de las visiones más ortodoxas de Smart City, los beneficios ambientales de las tecnologías smart también deben someterse a un escrutinio crítico. Si bien las soluciones de Smart City están dirigidas a reducir el uso recursos naturales, optimizar la movilidad y reducir las emisiones de contaminantes, las mejoras en la eficiencia pueden llevar a un aumento inesperado en el uso de los recursos y/o servicios, siguiendo la Paradoja de Jevons. Por otro lado, la producción de tecnologías de Smart City puede conllevar impactos socio-ambientales derivados de la fabricación, operación y reciclaje de las tecnologías smart (por ejemplo, extracción de elementos escasos sujetos a conflictos armados, como metales críticos y tierras raras).

Fruto probablemente de estas críticas desde la academia y también de un proceso reflexivo por parte los promotores e implementadores del concepto de Smart City (tanto compañías como planeadores/gestores urbanos) sobre sus limitaciones e impactos negativos, el paradigma de Smart Cities ha evolucionado.

En este sentido, a lo largo de estos años el concepto de Smart City ha ido mutando y virando el enfoque desde cuestiones esencialmente de innovación tecnológica a una visión más participativa, inclusiva y “urbana” (valga la redundancia con Smart City). Esta evolución la vemos claramente en los lemas de las últimas ediciones de la conferencia (ver tabla 1): “Ciudades para los ciudadanos” (2016), “Empoderar las Ciudades. Empoderar la gente” (2017) o “Ciudades para vivir en ellas” (2018). Probablemente, la imagen que mejor simboliza este giro de la Smart City, es el lema del estand de Barcelona en el pasado congreso: “The right to the (smart) city”, parafraseando a la obra del conocido filósofo y sociólogo marxista Henri Lefvebre “Le droit à la ville” (1968).

smart city barcelona
Expositor Ayuntamiento de Barcelona, Smart City Expo World Congress 2018. Autor: Hug March.

Con esto no se quiere decir que la esencia de la Smart City haya cambiado, pero sí que fruto de las críticas a una implementación excesivamente tecno-determinista la Smart City con una visión reduccionista (de los problemas urbanos), se han ido modulando las narrativas y abriendo el concepto hacia cuestiones como el derecho a la ciudad, la inclusión social o la participación.

De hecho, es muy destacable mencionar que en esta edición de la Smart City Expo World Congress se han organizado eventos paralelos, ligados a la Resiliencia urbana y a las ciudades colaborativas (Sharing Cities); este último evento co-organizado por investigadoras de la Universitat Oberta de Catalunya y con la participación de varios miembros del área de Turismo de los Estudios de Economía y Empresa.

Muchas de estas nuevas visiones son más reflexivas sobre las posibilidades emancipadores, así como las limitaciones y problemas, del uso de tecnologías inteligentes a escala urbana en la prefiguración de futuros urbanos más inclusivos, colaborativos y sostenibles. De la misma manera que desde la academia se ha analizado críticamente las visiones más ortodoxas de la Smart City, será también necesario evaluar los efectos positivos y negativos de estas nuevas visiones una vez implementadas, y realizar la pertinente crítica para fomentar su mejora y su continua transformación.


Referencias:
March H (2018) The Smart City and other ICT-led techno imaginaries: Any room for dialogue with Degrowth?  Journal of Cleaner Production 197 (Part 2): 1694-1703.
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Autor / Autora
Profesor del Máster Universitario de Ciudad y Urbanismo. Doctor en Ciencias Ambientales por la Universidad Autónoma de Barcelona. Investigador en el Internet Interdisciplinary Institute (IN3), Universitat Oberta de Catalunya. Ha sido investigador posdoctoral en el INRA / Géosciences Environment Toulouse y en la Universitat Oberta de Catalunya.
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