¿Se puede realmente enseñar la ética?

6 mayo, 2020
ética y empresa

En mayo de 2014, en el Centro por la Ética en la Sociedad (Center for Ethics in Society, en Stanford) se celebró, con motivo de su 25º aniversario, un debate sobre este tema. Casi por casualidad he llegado al video del acto, disponible en Youtube y que a día de hoy ha sido visto por 2692 personas y ha recibido 12 likes, incluido el mío.

Realmente no sé cómo valorar estos datos. Personalmente podría decir que un video sobre un tema tan importante publicado por una universidad prestigiosa y en el que participan reconocidos expertos merecería mayor interés y por tanto más visualizaciones (sobre el tema de los “Me gusta” de momento no quiero opinar en este momento por no generar una polémica o debate colateral).

En todo caso, pienso que es un buen elemento para iniciar la reflexión. Y como siempre, me gusta iniciarlo con una serie de preguntas: ¿A alguien le interesa la ética? ¿La sociedad en general está sensibilizada por este tema? ¿De quién es la responsabilidad por una falta de ética en los negocios o en la vida? ¿Alguien considera que es la escuela la responsable de la ética de los estudiantes?

Ver es aprender

De vez en cuando nos encontramos algunos padres y madres (sí, los profesores hacemos otras cosas además de escribir artículos, libros o participar en conferencias) para hablar sobre la mejor manera de educar a nuestros hijos. Responsabilidad que por supuesto no delego en la escuela… y cada día surgen temas interesantes sobre qué elementos nos pueden ayudar a influir (positivamente) en nuestros hijos. Todos sabemos que las cosas, en la familia y en la vida, no funcionan nunca por el “ordeno y mando” sino que debemos utilizar otros métodos, métodos que no aparecen nunca en el manual de educación de nuestros hijos.

Así, el otro día un padre se mostraba muy contrariado porque su hijo no leía libros. Algunos padres sugerían incentivos positivos: repetir postre o un nuevo juego para el ordenador. Y sin embargo, yo me planteaba sobre como influir sin forzar, y ayudar a iniciar comportamientos que podemos considerar positivos. Mi pregunta fue la siguiente: ¿Pero tú lees libros en presencia de tu hijo? La respuesta seguramente ya os la podéis imaginar, y podemos encontrar todas las excusas que queramos: el trabajo, las prisas, tablets, móviles, ordenadores… Podemos estar todo el día conectados hablando, escribiendo e interactuando con la tecnología, pero, ¿leemos libros delante de nuestros hijos? Y si la respuesta es negativa, seguramente tendremos una pista sobre cómo podríamos influir (si todavía estamos a tiempo) en algo tan valioso como la lectura de libros (aunque sea en una tablet o lector electrónico).

Esta anécdota la explico porque son nuestros actos los que confirman como nos ven los demás y como interactuamos con el mundo. He visto padres hacer levantar a sus hijos de un asiento en un transporte público para cederlo a una persona mayor. Pocas veces veo a los padres levantarse para hacerlo, mostrando, con el ejemplo, respeto por las personas mayores o con dificultades de movilidad. Los niños aprenden observando, suscitando preguntas (mamá, ¿por qué te has levantado?), analizando respuestas y reproduciendo conductas.

Cómo enseñar ética

Y todo esto, ¿qué tiene que ver con la ética? ¿Realmente se puede enseñar la ética?. Por eso se reunieron esos expertos el año 2014 y continuamente se realizan debates sobre este elemento central de nuestra sociedad. La ética, junto con otros temas de siempre actualidad, como la economía sostenible, el cambio climático, la economía circular o los objetivos de desarrollo sostenible, son temas candentes, sobre los cuales se realizan sesiones y más sesiones y a las que suelen o solemos acudir, los que ya estamos convencidos, los que conocemos su importancia, estamos sensibilizados y tratamos de hacer un mundo mejor ayudando a difundir retos y responsabilidades. Pero, ¿hay alguien más? ¿Le interesa a alguien más aparte de los que acuden? Y la verdad, no estoy muy seguro de querer saber la respuesta.

La única manera que se me ocurre de incidir en este tema es hacer como la madre cediendo su asiento en el autobús, predicar con el ejemplo. Y todo este tema, aplicado en un entorno docente ¿cómo lo podemos enfocar?

No voy a entrar en la cantidad de iniciativas, disquisiciones, o corrientes filosóficas relacionadas con la ética y la moral. Uno de los momentos más interesantes en las clases de ética es cuando los participantes descubren cómo sus ideas sobre las posibles decisiones a tomar teniendo en cuenta criterios éticos no son compartidas por otros participantes. Es en este acto de sorpresa donde aparecen las primeras preguntas, que como el niño a su madre, les permiten desarrollarse, tener ideas y argumentos propios y, lo que es más importante, compartir sus argumentos con otras personas.

Algunas ideas que nos pueden ayudar a contestar esta pregunta son las siguientes ideas:

  • No es suficiente con tener una asignatura de ética. La ética tiene que estar integrada en todas las decisiones y ámbitos de nuestros programas. En el fondo, más que una asignatura debería ser considerada como una competencia o habilidad. Algo que puede desarrollarse y exigirse a lo largo de nuestra vida personal y profesional. (Nota personal: ¿cómo valora un empleador un Aprobado, Notable o Excelente en la asignatura de  Ética?).
  • Combinar nuestro perfil personal y profesional desde el punto de vista ético. ¿Se puede ser ético en el trabajo y no serlo en nuestra vida personal? o viceversa?. ¿Podemos delinquir tranquilamente escondidos detrás de una corporación, un determinado cargo o descargarnos responsabilidades con la excusa de la obediencia debida a un superior?
  • El aprendizaje se basa en la práctica, en base a la recreación de situaciones reales o inventadas, pero que sean plausibles, que puedan ocurrir de verdad en nuestra vida personal o profesional.
  • Así la utilización de casos, para temas complejos, o de dilemas éticos pueden ayudar a desarrollar conocimientos, competencias y habilidades éticas en diferentes entornos: diferentes roles, sectores o países. En entornos profesionales tiene una gran importancia en la necesidad de ayudar a formar a nuestros empleados y directivos sobre esta temática.
  • No utilizar los casos o los dilemas éticos como un sistema de clasificación de conductas/decisiones aceptables o reprochables. Las decisiones a tomar son enormemente complejas y por tanto, estan sujetas a una enorme gama de grises.
  • Enseñar a nuestros estudiantes a formular las preguntas adecuadas. Lo que supone incorporar elementos de pensamiento crítico o de resolución de problemas.
  • Incorporar la perspectiva multicultural. Los casos y dilemas que pueden surgir en un ámbito religioso o político determinado no necesariamente deben coincidir en su análisis desde otras perspectivas religiosas o culturales. Es en la diversidad donde el debate ético se hace más rico y profundo.

Las decisiones éticas

En el año 2018 se realizó una encuesta en Estados Unidos a 800 profesionales sobre sus objetivos de formación a sus empleados respecto a la ética. La respuesta de “Creación de una cultura de la ética y el respeto” fue la elegida de forma mayoritaria por un 72% de los encuestados, seguida por el cumplimiento de la ley y regulaciones legales (un 64%) o para prevenir futuros comportamientos inadecuados (57%).

Fuente:  Statista

Además, preguntados sobre la metodología para formar en ética a los directivos, el 72% manifestó como medio elegido en primer lugar, la utilización de clases o sesiones presenciales; un 33%, la misma metodología online utilizada por el resto de los empleados y un 15% una metodología online especialmente diseñada para este colectivo (ver gráfico siguiente).

Fuente: Statista

Consideramos que este tema, por su importancia debe ser tratado desde una perspectiva global. Nuestro enfoque de análisis de los casos y dilemas morales, que desarrollaremos en otro artículo, necesariamente debe tener un multienfoque, y necesariamente debe incorporar a todos aquellos colectivos que puedan sentirse afectados por nuestras decisiones. Es, por tanto, un enfoque stakeholders, que nos permite incorporar la complejidad, tanto desde el punto de vista de variables como de efectos de nuestras decisiones, en un conjunto muy amplio de colectivos.

Además, estamos muy sensibilizados sobre la oportunidad que nos ofrece el entorno online. Nuestro objetivo a corto plazo, para poder dar una respuesta afirmativa al título de este artículo, es la utilización de simuladores que tengan en cuenta la toma de decisiones éticas. En una encuesta bastante reciente realizada en Estados Unidos a representantes de instituciones con 100 o más empleados, el 44% mencionó sistemas de aprendizaje online y un 20%  la utilización de juegos y simuladores (ver gráfico siguiente).

Fuente: Statista

La utilización de los simuladores nos permite incorporar aspectos sutiles y complejos sobre los componentes éticos de nuestras decisiones, permiten la interacción entre participantes y también visualizar su toma de decisiones por parte de los instructores o profesores.

Además, lo que pensamos es importante es que no se trata de un simulador ético, es un simulador con sensibilidad ética pero no se puede considerar un simulador ético. ¿Y eso cómo es posible? Pues sencillamente porque las decisiones éticas a realizar están incorporadas en muchas de las decisiones que cualquier persona o un directivo tienen que tomar en su ámbito personal o profesional. Ya no podemos ponernos el sombrero ético o no; o alegar obediencia a una empresa o a nuestros jefes, es la hora de asumir responsabilidades de aquello que hacemos y decidimos en una amplia gama de grises.

Nuestro autobús ha llegado a la parada, es el momento de levantarse y dejar nuestro sitio a otros viajeros, porque el autobús no llega nunca a la parada final.

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Autor / Autora
Doctor en Administración y Dirección de Empresas por la Universidad de Barcelona. Profesor y Vicedirector de Programas Emergentes de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC).
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