Esperábamos a Hillary Clinton y llegó Donald Trump. ¿Por qué fallan las encuestas electorales?

26 noviembre, 2016
Clinton vs Trump

RAFAEL CURRÁS PÉREZ

MARKETING –  26 de Noviembre de 2016


politics


Hace unos días se produjo, a ojos de muchos, un resultado inesperado y por tanto sorprendente en las Elecciones a la Presidencia de EEUU: el candidato republicano Donald J. Trump, en contra de lo que vaticinaban la mayoría de encuestas electorales, ganó la presidencia a la candidata demócrata Hillary R. Clinton.

Fueron muy rápidas las críticas al sistema de predicción del comportamiento de los votantes a través de encuestas electorales; críticas como que “siempre fallan”, “no sirven para nada”, o “las encuestas mienten”. ¿Pero esto es así? ¿Mentían las encuestas electorales en el caso estadounidense? ¿Por qué han podido fallar estas encuestas?

A mi entender, responder en rigor a estas preguntas conlleva realizar un análisis mucho más de índole político o sociológico que de investigación de mercados, pero aun así me aventuraré a listar cuatro posibles razones “técnicas” que puedan explicar este desfase entre la expectativa y el resultado final.

Las encuestas no fallaron, sino que ¡acertaron!

Algunas de las encuestas publicadas en los últimos días planteaban prácticamente un empate técnico, otorgando una ligera ventaja a Hillary Clinton (de alrededor del 3% de intención de voto).

Pues bien, en realidad se puede decir que estas encuestas acertaron su pronóstico, ya que no hay que olvidar que sus estimaciones estaban sujetas a un error aleatorio en ocasiones del 3-4%, por lo que un resultado de Trump ganador entraba perfectamente en esa predicción.

Es decir, el fallo no estaba en la predicción del resultado, sino en nuestra lectura apresurada de ese resultado: solemos olvidar (igual que periodistas y otros analistas políticos) que las estimaciones de las encuestas no son predicciones exactas, sino que están sujetas a un error aleatorio bajo un cierto intervalo de confianza.

Resultados muy igualados entre contrincantes deben ser siempre leídos con cautela, porque el rango de variabilidad de las estimaciones hace perfectamente plausible que la balanza se decante por uno u otro candidato, a pesar de que el titular de la noticia dé como ganador a uno de ellos.

Leer con detalle los resultados de las encuestas y su diseño metodológico, y no quedarnos en la superficie o el titular rápido podría ayudarnos a calibrar mejor nuestras expectativas sobre los resultados finales de una elección.

A veces la gente no dice exactamente lo que va a votar para no quedar mal

Esta es una de las grandes críticas a las encuestas, y en general a cualquier técnica de investigación de mercados basada en la verbalización (palabra) y no en la observación del comportamiento: la gente en ocasiones no dice lo que ha hecho, lo que hace o lo que hará simplemente porque piensa que decirlo pone en riesgo su propia imagen personal, su autoestima, su proyección pública, etc.

Técnicamente, llamamos a esto sesgo de deseabilidad social: contestamos las encuestas con la mente puesta en cómo recibirá el otro nuestras contestaciones. ¡Y lo hacemos aunque no haya un “otro”, aunque el cuestionario sea completamente anónimo, personal e intransferible!

Este sesgo podría explicar el que se infravalorara el papel de las mujeres o el de ciertos colectivos de inmigrantes y minorías como votantes de Trump: entre estos grupos, decir que vas a ser votante de Trump “no es deseable” socialmente, por lo que se prefiere contestar el famoso NS/NC, o directamente no decir la verdad.

Este sesgo también permite explicar la imprecisión respecto a la participación, por dos vías:

Elecciones

  • la persona que dijo en la encuesta que iría a votar (porque es “lo deseable”), pero después no lo hizo (Clinton pudo dejarse muchos votos por esta vía)
  • la persona que dijo en la encuesta que no iría votar, pero finalmente fue y lo hizo por Trump (“esconde” su intención porque “no es lo deseable”).

Aunque técnicamente existen algunas maneras de detectar y solucionar este sesgo de deseabilidad social, sigue siendo un gran enemigo de las predicciones hechas en base encuestas y en el caso de las elecciones del pasado noviembre pudo tener un papel muy relevante.

A veces la gente no dice exactamente lo que va a votar ¡porque no lo sabe!

No hay que olvidar que la mayoría de encuestas preelectorales (y las estadounidenses de 2016 no han sido una excepción) suelen tener un porcentaje muy alto de indecisos, de gente que contesta NS/NC no porque mienta o quiera quedar bien, sino simplemente porque no tiene decidido su voto.

Se estima que hasta un 14% de los votantes pudieron decidir su voto del pasado día 8 de noviembre en las últimas 48 horas: ese comportamiento no pudo ser recogido por ninguna encuesta publicada. A pesar de los esfuerzos de los técnicos por incorporar esta incertidumbre en el análisis de los resultados, la volatilidad pudo ser tan enorme en las últimas horas que se hizo muy difícil incorporarla a las predicciones.

Las propias encuestas influyen en el resultado final y eso no es analizado por las encuestas

Finalmente, no olvidemos un factor que pudo tener su importancia en las últimas elecciones estadounidenses: las encuestas electorales ejercen un efecto sobre el propio fenómeno que pretenden predecir (es decir, influyen en el comportamiento de voto de los sujetos), pero son incapaces de incorporar tal efecto a su análisis.

Este factor se relaciona con la famosa movilización del electorado: la expectativa del resultado ganador de los demócratas pudo (des)movilizar a los votantes de (Clinton)Trump.

En resumen, aunque seguramente existan muchas razones de fondo (políticas, sociológicas, etc.) que explican mucho mejor el porqué de la victoria de Donald Trump a pesar de su peor expectativa electoral. Desde el punto de vista de la investigación de mercados se pueden avanzar al menos cuatro razones de peso que explican este desajuste entre la expectativa creada por las encuestas (“esperábamos a Hillary”) y el resultado final (“y llegó Donald Trump”):

  • no supimos leer bien las encuestas y nos creamos una expectativa incorrecta
  • los votantes no dicen siempre toda la verdad
  • o simplemente no saben qué van a hacer
  • o se ven influidos por las propias encuestas.

 

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Autor / Autora
Profesor de la asignatura Investigación de mercados del Grado de Marketing e Investigación de Mercados de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Profesor en la Universitat de València.
Comentarios
Carlos Creus2 diciembre, 2016 a las 1:23 pm

Molt bon article.

Responder
    Economía y Empresa4 diciembre, 2016 a las 10:29 am

    Moltes gràcies pel teu comentari, Carlos.

    Et convidem a seguir el Blog amb les novetats i articles dels Estudis d’Economia i Empresa sobre Economia, Empresa, Turisme i Màrketing.

    Rep una cordial salutació

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