¿A quién le preocupa la automatización y quién se está preparando para el futuro?

17 mayo, 2019
automatización

La digitalización y la automatización están afectando de una manera muy profunda a industrias, empresas y personas. No hay agente económico o social que haya quedado fuera de esta transformación digital. Además, los cambios tecnológicos se producen a un ritmo cada vez más acelerado -exponencial, dicen algunos-, lo que implica una necesidad continua de adaptación e, incluso, reinvención.

Al nivel del mercado de trabajo, esto se está ya traduciendo en la desaparición de un gran número de ocupaciones, así como en la aparición de muchas otras que hace tan sólo unos años apenas podíamos intuir. Al nivel individual, significa que todos los trabajadores debemos ir abandonando algunas de nuestras actividades -o incluso todas- porque la tecnología las hace innecesarias y aprender nuevas capacidades para realizar actividades que hasta ahora no se incluían en nuestra ocupación.

Los trabajadores españoles ante la automatización

Ante este panorama de cambio en las ocupaciones, es necesario que los trabajadores estén dispuestos a actualizar y renovar sus capacidades. Pero para que haya una actitud favorable al cambio y al aprendizaje, parece que primero es necesario que los trabajadores crean que necesitan cambiar porque su trabajo ya no va a ser el mismo. Así que la pregunta clave es ¿cuál es la actitud de los trabajadores españoles ante los cambios que la automatización puede generar en sus trabajos? La respuesta la encontramos en la encuesta “Los trabajadores españoles ante la automatización”, elaborado por Future for Work Institute en colaboración con la UOC, UGT y Randstad y en el que participaron 1.159 trabajadores españoles. Presentaremos a continuación algunos de los resultados que se obtuvieron de esta encuesta.

¿Quién percibe un mayor impacto laboral de la automatización?

Para empezar, la percepción de un potencial impacto de la automatización sobre el propio trabajo no es demasiado alta, aunque va creciendo a medida que el horizonte de reflexión es más a largo plazo: en una escala del 1 al 5 es de 2,1 si se piensa en el impacto hoy, 2,6 a 5 años y 2,9 a 10 años. En cuanto a posibles diferencias por grupos demográficos, hombres y mujeres están similarmente preocupados, mientras que cuanto más jóvenes son los trabajadores, mayor es su preocupación por el impacto de la automatización, lo que es razonable porque tienen más años de vida laboral por delante.

Respecto a las características profesionales, el nivel de preocupación es bastante similar para todos los grupos de antigüedad en la empresa, especialmente en cuando se piensa a más largo plazo. Las ocupaciones que perciben un mayor impacto de la automatización son las ocupaciones elementales, los agricultores y trabajadores calificados, el personal de apoyo administrativo, los operadores de instalaciones y máquinas y ensambladores, los trabajadores de los servicios y vendedores de comercios y mercados, y las ocupaciones militares (éstas especialmente en el más largo plazo).

En contraste, muestran una escasa preocupación los oficiales, operarios y artesanos de artes mecnicas y de otros oficios, así como los profesionales cientificos e intelectuales y los directores y gerentes. Existen también claras diferencias en la percepción de impacto según el área funcional en que trabajen los encuestados. Quienes trabajan en Investigación y Desarrollo / Innovación, Legal, Dirección General, Marketing, Recursos Humanos y Otros servicios profesionales presentan un nivel de preocupación por debajo de la media. En contraste, los departamentos que esperan recibir un mayor impacto son Atención / Servicio a Clientes y Usuarios, Comercial / Ventas, Administración / Contabilidad / Finanzas, Operaciones / Compras / Logística / Calidad y Producción / Fabricación.

¿Quién está mejorando su empleabilidad?

Con esto tenemos un primer retrato de quién está percibiendo que la automatización va a impactar más en su entorno laboral. Ahora bien, una vez existe esa percepción, ¿qué están haciendo los trabajadores? ¿Se están preparando o actualizando de alguna manera? ¿Son los que perciben un mayor impacto los que más se están preparando?

La misma encuesta nos dice que, en general, el nivel medio de actualización y desarrollo de la empleabilidad es relativamente elevado, con una media de 4 en una escala del 1 al 5. No obstante, en contra de lo que podríamos esperar, no se observa una correlación significativa entre el nivel de impacto percibido y el esfuerzo de actualización profesional de los trabajadores. Es decir, no son los trabajadores que están más preocupados los que más se están preparando. Tampoco en esto hay diferencias por sexo, y sí las hay por edad (los más jóvenes tienen una mayor tendencia a mejorar su empleabilidad) y por niveles de estudio (quienes apenas tienen estudios se actualizan poco, todos los demás lo hacen mucho más).

Profesionalmente, el esfuerzo por mejorar la empleabilidad se explica por dos variables. En primer lugar, por la antigüedad de los trabajadores en su empresa, puesto que cuanto más tiempo llevan los trabajadores menor es su esfuerzo de actualización. En segundo lugar, por la complejidad de las tareas que realizan. Cuanto más complejas son las tareas que desarrolla un trabajador, menor impacto de la automatización percibe pero, en contraste, mayor es su nivel de actualización profesional.

En las ocupaciones más complejas, la actividad desarrollada prácticamente obliga a los trabajadores a reciclarse de modo permanente. Esto ocurre porque estas ocupaciones requieren a los trabajadores utilizar todos su conocimiento, destrezas y habilidades, aprender de modo continuo nuevas tecnologías y procedimientos, y compartir sus conocimientos con sus colaboradores. En contraste, las ocupaciones menos complejas implican tareas más repetitivas y monótonas que no requieren decisiones difíciles ni excesiva planificación, y se aprenden con bastante rapidez. Por tanto, los trabajadores en ocupaciones menos complejas tienen menos probabilidades de que su propio trabajo continúe proporcionándoles oportunidades laborales en el futuro, en comparación con los trabajadores en ocupaciones de alta complejidad. Es lógico que estén preocupados, pues, pero deberían poner de su parte para mejorar su empleabilidad, cosa que no está ocurriendo.

El aprendizaje continuo como necesidad y posibilidad

Es un problema evidente que las personas con trabajos menos complejos no estén mejorando su empleabilidad. Si los propios trabajos, al ser poco complejos, no proporcionan oportunidades de desarrollo y adaptación, y los trabajadores tienden a esforzarse menos en este sentido, tenemos una receta segura para que los cambios tecnológicos los dejen fuera del mercado laboral. Las administraciones, empresas y organizaciones de trabajadores tienen aquí una importante labor que realizar para mostrar, a cada trabajador individualmente, cuáles son las competencias que debería estar desarrollando, teniendo en cuenta sus capacidades y su contexto.

Además, es necesario no sólo demostrar a estos trabajadores la necesidad de actualizar sus capacidades y conocimientos, sino también convencerles de que realmente pueden acometer con éxito este aprendizaje. El problema es que una parte importante de la población, sobre todo la menos formada y de más edad, no conoce o no se siente parte del discurso del aprendizaje a lo largo de la vida. Este discurso, que ya es habitual entre las personas con mayor nivel formativo, asume con naturalidad que las personas tienen la necesidad y la capacidad de aprender nuevos conocimientos y destrezas durante toda su vida, para hacer frente a los previsibles cambios que sus ocupaciones irán experimentando. Ese aprendizaje es más una actitud que un curso o programa concreto. Es creer que uno puede aprender cosas nuevas, entender que salir de la zona de confort es una experiencia enriquecedora aunque pueda ser costosa al principio. Es darse cuenta de que lo que uno ya sabe puede utilizarse en otros contextos. Es, en definitiva, un verdadero cambio en cómo se entiende la propia persona a si misma y a su potencial.

Para favorecer la motivación por aprender es necesario, pues, que se generalice en la sociedad, y especialmente entre los trabajadores menos proclives a formarse, la creencia en el valor y la posibilidad del aprendizaje continuado. Todo un reto que solamente será posible alcanzar con debate público, información y asesoramiento personalizado, lo que requiere un esfuerzo conjunto, no solo de los agentes sociales sino contando también con los medios de comunicación, las instituciones educativas y el tercer sector.


Nota: El estudio “Los trabajadores españoles ante la automatización” se ha desarrollado en el marco del proyecto de investigación “Trabajo y Digitalización: el impacto de la economía 4.0 sobre el empleo, las relaciones laborales y la protección social” (DER2017-82444-R), financiado por el Ministerio de Ciencia, Innovación y Universidades.

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Autor / Autora
Profesora agregada de Recursos Humanos y Organización en los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya de la UOC. Además es miembro del grupo de investigación DigiBiz.
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