El impacto de la COVID-19 en el mercado de trabajo

28 abril, 2020
economía covid19

[Artículo actualizado a 15 de enero de 2021]

Nadie puede negar que estamos ante una crisis económica y de trabajo. Aunque todavía no sabemos las consecuencias y la duración de la misma, pocas veces antes habíamos vivido tan claramente las causas de una futura recesión. Ésta es una de las primeras diferencias respecto a hace algo más de 10 años cuando se podían visualizar ciertos desequilibrios basados principalmente en un exceso de deuda, tanto pública como privada, derivado principalmente de una demanda interna descontrolada, especialmente en España, pero que nadie predijo con exactitud.

Así pues, la crisis del periodo 2007–2013 no fue previsible para muchos, pero sin embargo conocemos sus consecuencias, mientras que en la actual, conocemos las causas, pero debemos prever lo que pasará. Conocer las causas debe ser, a diferencia de lo que ha pasado médicamente, la mejor arma para reducir los efectos e intentar estar preparados y poner remedio desde ahora. Tanto en la economía como en el mercado de trabajo.

En términos de empleo, ¿en qué se diferencia esta crisis de la de 2008?

Existe, o debería existir, una gran diferencia entre la actual crisis y la que vivimos en 2008, y es que la Reforma Laboral de 2012 se hizo, precisamente, para que no volviera a pasar lo de hace una década. Existen dos tipos de paros: el paro estructural, que es aquel que se genera según la estructura de la economía, entendiendo como tal las condiciones del mercado en el cual interactúa, las normativas vigentes, las características económicas y sociales, etc. y el paro cíclico o coyuntural, aquel provocado por las condiciones económicas del momento, por los llamados shocks económicos.

La crisis del 2007-2013 realmente provocó un paro coyuntural, pero la larga duración del mismo y los desajustes provocaron que parte del mismo se convirtiera en estructural.

¿Cuáles fueron los objetivos de la Reforma de 2012 que deberían servir para diferenciar los efectos de ambas crisis? ¿Qué deficiencias se detectaron entonces y se pretendieron corregir con la Reforma? Una de las más importantes fue la elevada ponderación de destrucción de empleo frente a la reducción del PIB (es decir, los puestos de trabajo que se perdían en relación con el descenso de la economía) que fue muy superior al del resto de la Unión Europea. Esto tuvo una explicación clara basada en las rigideces del mercado laboral que, básicamente, dieron poca facilidad de adaptación de la industria a la negativa situación, manteniendo salarios altos en relación con el mal momento de las empresas. La imposibilidad de bajar salarios provocó la dificultad de contratar gente. Por el contrario se estima que, gracias a la Reforma del 2012, ha habido un aumento de la contratación gracias a la contención de los salarios.

Una de las políticas que se llevaron a cabo para contener o adaptar la masa salarial a las condiciones de la economía, fue flexibilizar y abaratar el despido y favorecer la contratación temporal.

Parada insólita de la economía

El confinamiento vivido en marzo y abril es un hecho económicamente relevante por ser insual. Se habían vivido antes frenadas de la Demanda, que se solucionaban reactivando el consumo. Frenadas en la oferta, que con las ayudas a las empresas se reducían los efectos. Pero en ningún momento oferta y demanda se habían visto afectadas como durante el confinamiento.

La interacción entre industria y consumidores permite un flujo de producto y dinero necesario para el buen funcionamiento de la economía. Es un entramado con diferentes agentes (empresas, financieros, Estado, minoristas, transportistas, consumidores …) que interactúan entre sí, algunos con relaciones directas, otras regulando y otros permitiendo que todo opere con normalidad.

La crisis del 29 y la posterior Gran Depresión en Estados Unidos provocó un estado de pánico que contrajo la demanda. Keynes, con sus políticas, propuso incentivar el consumo a través, entre otros, de la inyección de dinero a los consumidores, y estos reactivar la oferta. Funcionó.

Pero, ¿qué pasa si por mucho dinero que damos a la gente, estos no pueden salir de casa para gastarlo? ¿Qué pasa si por muchas ganas de ir a un restaurante o comprar ropa, si por rico que se sea, no se puede ir porque ni restauración ni comerciantes están abiertos? Inyectar dinero para reactivar la demanda no es solución.

¿Y por el lado de la oferta? ¿Medidas de ayuda a las empresas como bajadas de impuestos de la materia prima o subvenciones a la producción podían ser efectivas? Si no hay manera de vender el producto, o incluso ni siquiera de producir para que los componentes o las materias primas no llegan, de nada sirve tener más recursos económicos. Shock de oferta insalvable.

Así pues, esta nueva situación el que exigía eran medidas de contención más que de activación. Para hacer un símil, medidas para dejar la Economía al ralentí. Un torniquete para parar la hemorragia hasta poder curar al herido.

Los ERTE como solución temporal para las empresas

Así pues, estamos ahora ante una nueva crisis pero con más capacidad de adaptar salarios y contratos. De hecho vimos a finales de marzo que una de las primeras medidas del Estado fue crear la normativa referente a los ERTE para adaptarlos a la COVID-19. Los Expedientes de Regulación Temporales (ERTE) son despidos temporales y por lo tanto siempre necesitan una fecha de reincorporación del trabajador a la empresa. Se intentó que la empresa tuviese las máximas facilidades para hacer ERTEs y así, por un lado salvar la reducción drástica de ingresos y conseguir la subsistencia de la misma, y por otro que estos despidos fueran temporales y no definitivos (ERE).

Las especificidades de dichos ERTEs fueron que los perjuicios de la COVID-19 podían considerarse una de las causas de fuerza mayor para solicitar el despido temporal y la segunda (y aquí la medida más excepcional) que la fecha de reincorporación no era fija, sino sujeta al fin del estado de alarma.

En este sentido fue una buena reacción del Gobierno, pero la gestión de los ERTEs fue algo más difícil de lo que se anunció y además, no se calculó del todo bien el coste para el Estado y, por lo tanto, se impusieron condiciones más restrictivas de las ideales, en un caso como el vivido.

El buen funcionamiento de los ERTEs junto a la supervivencia de las Empresas es clave para minimizar las consecuencias de la crisis sobre el mercado de trabajo.

La supervivencia de las empresas

empresa vacía

Al inicio de la pandemia, el Ministerio creó a través del Instituto de Crédito Oficial unas condiciones de préstamos (los famosos préstamos ICO) con un tipo de interés muy bajo (alrededor del 1,5%) y unas medidas de devolución flexibles, para que las empresas con problemas se acogieran a ellas. Así pues, un plan de crédito a las empresas y una facilidad de despido temporal deberían ser medidas para paliar los efectos negativos sobre las empresas y la rápida recuperación de la actividad y de sus trabajadores.

El gran problema es que el coste es muy elevado y el nivel de deuda pública no permite mucho margen de actuación. En cualquier caso, mucho menor de lo necesario. La aparentemente precipitada desescalada y vuelta a la actividad parece estar provocada por la incapacidad económica del Estado para mantener estas políticas elevadas de gasto. Cuesta acceder a los ICOs y los ERTEs no se están pagando todos con la puntualidad pactada.

Los ERTEs ayudan a la supervivencia de la empresa pero a su vez mantienen cierto nivel de ingresos por parte de los trabajadores, pasan a cobrar el paro, y también, muy importante, mantienen la confianza de los mismos, ya que tienen asegurados la recuperación del puesto de trabajo.

Esos ingresos, aunque menores, y esa confianza (siempre supeditada a que la empresa sobreviva a la crisis) son elementos claves primordiales para el segundo factor clave para una buena recuperación de la economía, el consumo.

A pesar de estar la economía en un estado de medio letargo, la gente ha seguido consumiendo. Y no sólo en productos alimentación o de primera necesidad. Amazon y otras empresas de distribución han visto multiplicarse los pedidos y su actividad ha crecido de manera tan exponencial que han tenido que ampliar su flota de repartidores. El consumo está manteniendo ciertos niveles, aunque sea al ralentí. Y son los consumidores los que tienen la capacidad de reactivar la economía.

Flexibilidad y desempleo

jardinero trabajo

Hemos visto que las reformas del mercado laboral han ido encaminadas a flexibilizar el mercado laboral. La temporalidad ha llegado a suponer un 35% del total de contratos realizados en España (siendo 3 veces mayor que la media de la Unión Europa). Eso se refleja en una capacidad de mimetismo del empleo a la Economía, y de hecho, hace que el nivel de fluctuación sea más alto, habiendo más empleo en épocas de expansión y más destrucción en crisis. Las consecuencias a corto plazo serán peores pero también ayuda a la recontratación en caso de reactivación de la economía.

El peligro de convertirse en paro de larga duración como pasó en la pasada crisis es menor que entonces, o al menos depende de otros factores. Dependerá más de la supervivencia de las empresas que de las capacidades de los trabajadores.

Como en la mayoría de los casos anteriores, el paso del tiempo será clave. Y la duración de la crisis sanitaria de la COVID19 tendrá una relación directa con la duración de la crisis económica posterior. Se ha estimado que cada mes supone medio año de recesión.

Los sectores y profesiones en riesgo

Es, pues, una guerra contrarreloj, contra la desaparición de empresas. El tiempo es clave para saber qué empresas sufrirán y que tipología de trabajo sufrirá más y se convertirá en paro de larga duración. Al principio, la industria dedicada al consumo de bienes de no primera necesidad pareció la que más sufriría, y sufrirá, pero el siguiente sector que está en riesgo no es otro que el turismo (y la restauración), tan importante en nuestra economía y clave para la recuperación del trabajo en verano.

A nivel económico, la economía española se ha recuperado creando las mismas dependencias que antes de la crisis del 2007, el turismo y especialmente, aunque no en tanta magnitud, la construcción.

Además, la crisis de puestos de trabajo en la construcción en el periodo 2007 – 2013 provocó un aumento de paro de larga duración y estructural. Uno de los mayores problemas fue el desajuste educativo que se produjo. Los parados de la construcción en gran medida tenían formación baja y además muy específica. Por el contrario, lo que pedía la economía eran puestos de trabajo de media o alta cualificación, con otras competencias y con capacidad de adaptación. Se genera con ello un peligroso desajuste, que dificulta la recuperación del empleo

Sea como sea, la burbuja inmobiliaria fue una de las causas que provocó la anterior crisis. El excesivo gasto en el sector inmobiliario provocó que la economía se desequilibrara y consecuentemente la construcción fue uno de los sectores más afectados en cuanto a destrucción de puestos de trabajo.

La situación es crítica, pero hay que sacar provecho. La crisis abre nuevas oportunidades de negocio, nuevas maneras de trabajar, y permite evitar todo lo innecesario. Es clave que aplicamos este aprendizaje no sólo para evitar volvernos a encontrar en una situación similar, sino que para construir una economía y unos mecanismos de consumo e incluso de convivencia mejores a partir de la experiencia vivida. Hagámonos por ejemplo la pregunta de si hay que desplazarse para ir a trabajar.


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Autor / Autora
Es profesor de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC). Doctor en Economía por la UOC:
Comentarios
Mario Periago Rosendo30 abril, 2020 a las 4:07 pm

Comparto prácticamente en su totalidad las ideas que se exponen el texto, sin embargo, me parecería interesante que se tomara más en consideración la estacionalidad tanto del empleo como del crecimiento económico del sector de la hostelería y restauración con el fin de realizar un pronóstico sobre el efecto que tendrá el COVID-19 en este sector. Este sector que representa una parte importante de la economía española tiene el hándicap de tener una gran estacionalidad en verano, viéndose reflejados en los aumentos repentinos de empleo que se experimentan en esta estación.
Este sector me parece que será el más afectado por esta crisis ya que es dependiente tanto de factores exógenos como internos. Es dependiente primeramente de factores internos a nivel nacional ya que la evolución de la pandemia en España marcara el ritmo de abertura o de cierre de estos negocios, y es dependiente de factores exógenos ya que, si bien es cierto que se valen de demanda interna, un porcentaje significativo de sus ingresos proviene directamente de turistas. A su vez el flujo de turistas que reciba España este verano dependerá primeramente de la situación nacional de España y del estado de los países emisores. Ya que, si los países emisores siguen con la pandemia y con las consecuentes medidas de confinamiento, sus ciudadanos no podrán hacer turismo en España.
Por lo tanto, me parece que un sector con tantas interdependencias como seria la hostelería y la restauración será el más afectado ya que dependen de terceros países que recordemos que avanzan y responden de forma desigual a la pandemia. En consecuencia, debemos de comprender que además de controlar la pandemia en nuestro territorio se debe de realizar una mayor cooperación internacional para gestionar los efectos perjudiciales de la pandemia.
Mi opinión es que se debe de escoger un enfoque más internacionalista en la toma de decisiones para paliar los efectos negativos de la pandemia hasta que exista una vacuna (que los pronósticos más optimistas dicen que es improbable que este disponible para este verano).

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Mario Periago Rosendo1 mayo, 2020 a las 11:17 am

Comparto prácticamente en su totalidad las ideas que se exponen el texto, sin embargo, me parecería muy interesante que se realizara un análisis sobre los efectos del COVID-19 en la economía, tomando en consideración la estacionalidad tanto del empleo como del crecimiento económico del sector de la hostelería y restauración. Este sector que representa una parte importante de la economía española tiene el hándicap de tener una gran estacionalidad en verano, viéndose reflejados en los aumentos repentinos de empleo que se experimentan en esta estación.
Este sector me parece que será el más afectado por esta crisis ya que es dependiente tanto de factores exógenos como internos. Es dependiente primeramente de factores internos a nivel nacional ya que la evolución de la pandemia en España marcara el ritmo de abertura o de cierre de estos negocios, y es dependiente de factores exógenos ya que, si bien es cierto que se valen de demanda interna, un porcentaje significativo de sus ingresos proviene directamente de turistas. A su vez el flujo de turistas que reciba España este verano dependerá primeramente de la situación nacional de España y del estado de los países emisores. Ya que, si los países emisores siguen con la pandemia y con las consecuentes medidas de confinamiento, sus ciudadanos no podrán hacer turismo en España.
Por lo tanto, me parece que un sector con tantas interdependencias como seria la hostelería y la restauración será el más afectado ya que dependen de terceros países que recordemos que avanzan y responden de forma desigual a la pandemia. En consecuencia, debemos de comprender que además de controlar la pandemia en nuestro territorio se debe de realizar una mayor cooperación internacional para gestionar los efectos perjudiciales de la pandemia.
Mi opinión es que se debe de escoger un enfoque más internacionalista en la toma de decisiones para paliar los efectos negativos de la pandemia hasta que exista una vacuna (que los pronósticos más optimistas dicen que es improbable que este disponible para este verano).

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Iván Valle Fernández3 mayo, 2020 a las 8:26 pm

Em sembla molt encertada la reflexió que el professor fa sobre el consum, situant-lo com un element primordial sobre el qual establir les bases de la recuperació econòmica que haurà d’esdevindre pròximament, una vegada comenci a colpejar amb força la crisi del Covid-19 en l’economia mundial.

En tota recuperació econòmica, un dels factors clau és el consum. El Producte Interior Brut (PIB) d’un país consisteix, bàsicament, en la suma del consum privat, la inversió privada, la despesa pública i el saldo exterior net. Si tenim en compte que el consum privat suposa proporcionalment la part més important del sumatori del PIB, podem arribar a la conclusió de que qualsevol variació del consum tindrà conseqüències a curt plaç molt importants en la renda, en la variació de la producció i en l’ocupació, aspectes sens dubte fonamentals dels cicles econòmics.

Econòmicament, el consum és l’element que fa que qualsevol economia es mantingui en una activitat constant, generant competència i una gran diversitat de productes a nivell mundial. Així doncs, el consum reflexa la solidesa i la dinàmica de l’economia, i empenta nous mercats i nous processos productius, econòmics i socials. El consumidor constitueix un actor essencial de l’economia, i gràcies a la seva demanda s’aconsegueix estimular el sector productiu i, alhora, el salari real dels treballadors, per tal que tinguin la capacitat suficient d’adquirir tota la diversitat de productes que hi ha al mercat.

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Pau Cortadas10 mayo, 2020 a las 6:17 pm

Gracias por tu comentario Ivan, muy bien argumentado, aunque la clave es, sabido que hay que reactivar el consumo, la dificultad estará ahora en el cómo.

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Pau Cortadas10 mayo, 2020 a las 6:22 pm

Hola Mario,

Efectivamente el factor estacional del turismo hace que esté en la cuerda floja. De hecho cuando empezamos el confinamiento tan pronto pensé que si conseguíamos desconfinarnos hantes de julio el efecto sería mucho menor. Pero no parece, y los efectos sobre el tursimo se traladarán a la Economía.
Respecto a la solución nacional internacional tengo más dudas. Creo que debemos conseguir más autonomía a nivel local, y más sobre el mercado de trabajo. Ya veremos

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