Una reflexión sobre la caída de los precios del petróleo y la recuperación económica

29 abril, 2020
gasolinera precio de la gasolina

La crisis sanitaria global causada por la COVID-19 ha generado una crisis económica global como consecuencia de las medidas adoptadas para frenar la expansion del coronavirus.

Las medidas de confinamiento implementadas han parado en su práctica totalidad la actividad económica. Este hecho ha tenido un impacto especialmente negativo en el mercado de trabajo reduciendo el empleo, lo que ha resultado en una pronunciada contracción de la demanda interna. Puesto que en otros países se han aplicado medidas similares, hay que sumar el debilitamiento de la demanda exterior de bienes y servicios, la interrupción de las cadenas globales de valor, así como al cese de los flujos turísticos.

Ante la magnitud del problema, las autoridades económicas han reaccionado poniendo en marcha medidas en ámbitos muy diversos, con el objetivo objeto de paliar los efectos de salud pública, sociales y económicos de la crisis. Las principales medidas de política fiscal van dirigidas a favorecer la liquidez de los hogares más vulnerables y de las empresas a fin de que ello les permita hacer frente a sus compromisos de pago y a aumentar los recursos destinados al sistema sanitario.  En el ámbito de la política monetaria, las actuaciones llevadas a cabo no solo tienen por objetivo facilitar el acceso a la financiación, sino que ésta tenga unos costes menores.

A corto plazo con todas estas acciones se espera parar el golpe y a medio plazo se pretende facilitar la recuperación económica evitando que la crisis se enquiste. Así pues, la previsión apunta a que esta crisis sea temporal, pues con todas las actuaciones que se están llevando a cabo, se espera que la actividad económica vuelva a crecer a partir de la segunda mitad del presente año.

La bajada del precio del crudo no mejora las expectativas

Con todo, en estos momentos las perspectivas económicas están envueltas en una incertidumbre muy elevada. La principal fuente de incertidumbre está relacionada con la duración del período de confinamiento y la gestión del desconfinamiento.

A fecha de hoy, las cifras muestran que la limitación de movimientos de la población está siendo efectiva para contener el avance de la epidemia. Habrá que ver si en un futuro próximo de manera ocasional habrá que adoptar de nuevo medidas de confinamiento total o parcial.

No obstante, ante este escenario pesimista, se ha abierto un tenúe foco de luz y esperanza: la disminución del precio del petróleo iniciada en marzo ha alcanzado en abril un mínimo. Lo anterior supone que se abarata la recuperación. Ésta es una excelente noticia en términos de ahorro para los países importadores netos de crudo como España, a pesar de que las circunstancias actuales de confinamiento empañen esta buena noticia.

La incertidumbre en cuanto a la situación en la que quedará la economía del país tras la paralización de la actividad por la crisis sanitaria reduce las expectativas relativas a los beneficios de la bajada de precio del petróleo. De poco sirve que caiga el precio del crudo si los aviones no vuelan, los coches están aparcados y la actividad industrial está parada. Hay que tener cuenta la siguiente premisa, si el precio del petróleo está cayendo es, precisamente, por miedo a una falta de demanda. A lo anterior se ha de sumar que no hay capacidad para almacenar más crudo porque todos los depósitos están llenos.

A la condición de España como importador neto de petróleo se une el fuerte peso que tiene el turismo sobre el Producto Interior Bruto (PIB), dentro del cual un actor muy relevante es el sector de las aerolíneas y los transportes, principal consumidor de los derivados del petróleo. Si no se reemprende la actividad en este sector, el consumo de petróleo en España será menor, por que si la demanda de crudo no se recupera, el beneficio que se obtendría por unos precios más bajos desaparece con ella.

¿Cómo afecta el precio del petróleo a la actividad económica?

Una caída del precio del petróleo supone un impulso positivo para la economía de los países importadores netos de crudo, como es el caso de España. Un petróleo más barato equivale a un aumento de la renta disponible real de las familias, de tal manera que también apoya al consumo agregado. Asimismo, los costes de producción de las empresas disminuyen, lo que favorece la inversión. Finalmente, teniendo en cuenta que no solo aumenta la capacidad de consumo a nivel nacional, sino también a nivel internacional, y que, a corto plazo, las importaciones (en cantidades) se ven muy poco afectadas por cambios en el precio del petróleo, el superávit comercial se ve favorecido.

No obstante, a este razonamiento hay que añadir la siguiente aclaración: la caída del precio del crudo nos afectará en menor medida de lo que cabría esperar, pues en España, y en el resto de Europa, se adquiere principalmente petróleo Brent, no West Texas Intermediarte (WTI) y el Brent funciona de forma diferente; de hecho, éste se ha encarecido la semana del 20 de abril 2020. Así pues, hay que ser cauto a la hora de leer e interpretar estos hechos.

Algunas fuentes como CaixaBank[1] y el Banco de España [2] señalan que actualmente es difícil prever cómo se beneficiará España de esta situación, probablemente o bien el impacto será menos positivo o bien tardará más en verse reflejado en la economía que en anteriores ocasiones, pues la caída del precio se debe a una reducción de demanda, que refleja un entorno recesivo y de incertidumbre a nivel global.

Analizando los posibles escenarios

Las previsiones de crecimiento para España apuntan a una contracción del PIB en 2020 muy notable y superior a las sufridas en la gran recesión y la crisis de deuda soberana, que se concentrará especialmente en el primer y segundo trimestre del año.

Según CaixaBank, no será hasta el momento en que se vayan relajando y levantando las medidas de confinamiento, que se verá si los bajos precios del petróleo pueden ofrecer un apoyo adicional a la recuperación.

Miguel Cardoso, economista jefe para España de BBVA Research, en unas declaraciones del pasado 22 de abril al diario “El Independiente”[3] apuntaba que se ha de tener en cuenta “los riesgos que entraña una reducción tan significativa en los precios del petróleo y, es que podría llevar a una desaceleración rápida de la inflación global, con la consecuente deflación para algunos países. Es un dolor de cabeza que los bancos centrales y los gobiernos no necesitan en este momento, ya que intentan mantener sus economías a flote durante la crisis”, añaden los expertos.

Ante esta situación de incertidumbre es difícil predecir los escenarios macroeconómicos de referencia que se van a dar para la economía española tras la COVID-19. En cualquier caso, los distintos escenarios construidos muestran que el coste presupuestario del episodio recesivo causado por la pandemia del coronavirus será muy elevado, como consecuencia tanto de las medidas adoptadas como, sobre todo, de la actuación de los estabilizadores automáticos.

Aún así, dadas las circunstancias, la caída histórica de la semana pasada significa que se abarata la recuperación. Aunque los efectos positivos en la actividad económica de esta caída del crudo quedarán aplazados por el shock negativo que supone la COVID-19.


Referencias

[1] https://www.caixabankresearch.com/sites/default/files/documents/im04_20_09_ee_focus_5_es.pdf

[2] https://www.bde.es/f/webbde/GAP/Secciones/SalaPrensa/COVID-19/be2002-art1.pdf

[3]https://www.elindependiente.com/economia/2020/04/22/el-paron-economico-minimiza-el-beneficio-del-desplome-del-petroleo-para-espana/

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Autor / Autora
Doctora en Economía y Directora del Grado en Economía de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya UOC
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