De recortes y tijeras

28 junio, 2016

ECONOMÍA – Artículo publicado en El Periódico a 28 de Junio de 2016


El hecho más destacado en la gestión del sector público en los últimos años no son los recortes, sino la forma de las tijeras, y más en concreto su mal uso.

Hay que cambiar la manera de hacer y para ello se necesita voluntad para aplicar lo acordado y valentía para explicarlo.


Bajo esa idea instaurada en el imaginario colectivo que el sector público es un ente que todo lo puede, que siempre estará disponible para corregir los fallos y asumir las responsabilidades ajenas, mucho se ha hablado y se seguirá hablando de sus recortes y sus limitaciones. Sin duda, no se le puede negar su papel de pieza fundamental en el sistema, pero debemos asumir que no puede hacerlo todo. Bien al contrario, el sector público, de igual forma que los individuos y las empresas, debe centrarse en gestionar de la mejor forma posible sus recursos escasos, sin despilfarro y sin estirar más el brazo que la manga.

Si miramos con un poco de distancia el papel del sector público en los últimos años, se puede afirmar que el hecho más destacado en su gestión no han sido los recortes, sino la forma de las tijeras, y más en concreto su mal uso. Por tanto, no se trata de seguir poniendo el acento en lo recortes, sino de hacer lo posible por volver a disponer de las tijeras adecuadas.

La idea es sencilla, si pensamos en unas tijeras en las que una hoja representa el gasto público y la otra los ingresos públicos, veremos que en el 2004 las tijeras estaban cerradas porque el nivel de gasto y de ingresos se movía en torno al 38% del PIB. Más tarde, en el periodo 2004-2007, cuando España vivía instalada en la euforia económica, sucedió una circunstancia extraordinaria que generó unas tijeras en las que una hoja montaba a la otra: mientras el gasto se mantenía en torno a ese 38-39%, los ingresos públicos llegaron a alcanzar un máximo que se situó en el 41% del PIB. En ese momento, muy pocas quejas recibía el sector público, disfrutábamos de un Estado del bienestar del que nos enorgullecíamos y nos permitíamos regalar 400 euros a todo contribuyente de IRPF o ayudar a la natalidad con 2.500 euros por hijo.

De recortes y tijeras

Pero en solo ¡2 años! decidimos tirar por la borda todo el esfuerzo realizado abriendo las tijeras de una forma dramática e irresponsable. La hoja del gasto se disparó al 46% del PIB mientras que la hoja de ingresos cayó hasta el 35% del PIB. Estamos hablando de 80.000 millones más de gasto en dos años y de 60.000 millones menos de ingresos en ese periodo, es decir, que las tijeras abiertas dejaron un agujero de casi 150.000 millones de euros. Quizás la política hizo que nos salváramos del llamado rescate, pero la triste realidad de los números dejó un sector público en las peores condiciones para ayudar a la ciudadanía cuando más lo necesitaba. La gestión del sector público fue muy deficiente y esa mala actuación es otro de los motivos por el cual nos está costando superar la crisis.

Y así llevamos casi siete años intentado volver a disponer de unas tijeras que se adapten a la medida de nuestra economía, que nos permitan seguir construyendo un Estado del bienestar ajustado a nuestras necesidades, y que Bruselas nos las homologue sin miedo a que nos vuelvan a llamar la atención por no saber usarlas.

Evitar los trasquilones

¿Y cómo han de ser esas tijeras made in Spain? De entrada, para evitar los trasquilones de los últimos años deben actuar como un todo, conscientes que las dos hojas son necesarias y se necesitan. Se deben acabar los brindis al sol anunciando lo mucho que se va a gastar o las promesas imposibles de reducción de impuestos sin explicar el impacto en la otra hoja.

Por el lado del gasto sería excelente disponer de una hoja lo más rígida posible, al estilo tijera de sastre, situada en torno al 38% del PIB, y que cortara de forma eficiente. Con esos aproximadamente 400.000 millones hay más que suficiente para dar respuesta a las necesidades sociales, de inversión y de gasto corriente del país. Esa fue la cantidad que gestionaron los gobiernos del PP y del PSOE entre los años 1999 y 2007 y la economía española gozaba de buena salud. La cuestión clave seguirá siendo cómo se gestiona esa cantidad, pero en valor es suficiente. De esa etapa también aprendimos que la mejor forma de reducir las necesidades de gasto público pasa por generar empleo, la mejor forma de generarlo es favoreciendo la actividad empresarial, y la mejor forma de crearla es marcando unas reglas de juego que transmitan confianza.

Por el lado de los ingresos hace mucho tiempo que sabemos que la hoja está oxidada, que tenemos un sistema fiscal que necesita una reforma de envergadura, que no hay consciencia fiscal porque tanta corrupción y fraude han generado un clima de hartazgo. Nuestro sistema presenta tipos nominales muy elevados, escasa recaudación y tremendos agujeros en las bases imponibles de la mayoría de figuras impositivas, campo abonado para caer en el error de seguir apretando las tuercas y seguir oxidando la hoja. Con el sistema actual es muy difícil superar el listón del 38% del PIB. En el ámbito comparado, hay quien puede pensar que una presión fiscal de ese nivel es reducida, pero es la que nos podemos permitir, como demuestran las series históricas.

Eficiencia y solidaridad

En resumen, dejemos de pensar en la tijera ideal y pensemos en la tijera que nos podemos permitir, con una hoja del gasto que represente la prudencia y la eficiencia, sin experimentos y sin despilfarro. Y con una hoja de ingresos compacta que represente el buen diseño, la solidaridad y la eficacia; que muestre la importancia del tener para hacer y no del quitar para penalizar.

El mal uso de las tijeras, además de los trasquilones comentados, ya nos ha dejado retales en forma de deuda pública por valor de un billón de euros, el 100% del PIB, que genera más de 30.000 millones de euros anuales de gasto en intereses, prueba más que evidente de la necesidad de cambiar la forma de hacer. Pero hace falta voluntad para hacerlo y sinceridad para explicarlo.

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Autor / Autora
Profesor de Economía pública y director del Máster en Dirección de Organizaciones en la Economía del Conocimiento (DOEC) de los Estudios de Economía y Empresa de la Universitat Oberta de Catalunya.
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